viernes, 27 de febrero de 2009
lunes, 16 de febrero de 2009
EL TREN DE CARLITOS


entra a toda marcha. ‼Alla va Trina‼ ‼Detras corre Patricio‼
Todos gozan con juguete de Carlitos
domingo, 15 de febrero de 2009
LA GALLINA TURULECA


Manuelita vivía en Pehuajó
a buscar a su tortugo
que la espera en Pehuajo

Quién no quisiera regresar a aquel tiempo en el que:
Las decisiones importantes se tomaban mediante un práctico: "tin-ma-rin... De-do-pin-güe.
El peor castigo y condena era que te hicieran escribir cien veces
"No debo...".
Los errores de gramática se arreglaban diciendo
"¡arranca la hoja y hazlo de nuevo!"
Las discusiones terminaban con "piedra, papel o tijera".
"Tener mucho dinero", solo significaba poder comprar más jugando a
“La tiendita" o un helado en el recreo.
Llenar una bolsa con canicas podía mantenernos felizmente
ocupados todo un atardecer.
No era raro que tuvieras dos o tres "mejores" amigos.
"Es muy viejo": se refería a cualquiera que tuviera
más de 18 años.
No había nada que fuera más lindo y "prohibido"
que jugar en la calle.
"Ladrones y policías" era sólo un juego y mucho
mas divertido ser ladrón que policía.
"Venenoso" se refería solo a un tipo de "insecto o liquido prohibido"
y no a ciertas personas.
Para viajar desde la tierra al cielo, solo tenías que jugar
a que eras "astronauta o superhéroe".
Era fácil jugar un partido de voleibol sin red
o de football sin arco y las reglas no importaban demasiado.
Lo peor que te podía ocurrir con el sexo opuesto era
que te rechazaran si jugaban con "autitos" o a la "comidita".
“Llevar un arma a la escuela" significaba
que te habían atrapado con una honda.
"¡¡¡El ultimo que llega es un tonto!!!"
era el grito que te hacia correr como un desaforado.
Nadie en el mundo era mas lindo que mamá.
Ella con solo besar tus moretones, raspones y chichones,
te hacia sentir mejor al instante.
Nunca faltaba la moneda debajo de la almohada,
que te dejaba El "Ratoncito Pérez" a cambio de tus dientes de leche.
Descubrías tus nuevas capacidades y habilidades a causa de un
“¿A que tú no puedes?".
“Desilusión" era haber sido elegido de último para el equipo de tu escuela.
"Guerra", solo significaba arrojarse trozos de tiza
y pelotitas de papel, durante la clase.
Los "globos de agua" eran la más moderna,
eficiente y poderosa "arma" que se había inventado.
Los helados y golosinas constituían un grupo
de alimentos básicos esenciales.
Para transformar tu "bici" en una poderosa "moto"
solo había que colocarle un globo o bomba entre los radios de la rueda.
No había nada mejor que las tardes para jugar con los amigos
de la cuadra o esperar para ver pasar al vecino que tanto te agradaba.
Los "hermanos mayores" eran el peor de los tormentos,
pero también los más celosos, fieles y feroces protectores.
Si puedes recordar estas cosas, significa que realmente
has ¡¡¡VIVIDO!!!
Por eso quise compartir contigo esto para que
te des un pequeño descanso en su agitada
"Vida de adulto"
Y recuerda siempre, conservar tu espíritu de niño...
"El día que no rías...
Fue un día perdido
RECONOCIMIENTO A LOS NIÑOS AMIGUITOS DE PROGRAMA

LOS NIÑOS VISITA EN PROGRAMA

los niños sigan participando en el programa, mis
mas sinceros deseos para todos y felicitaciones...
Un saludo caluroso desde New York...
Alty.
EXPO DE TIBURONES FUERA DE SERIE

viernes, 6 de febrero de 2009





Asi es como nacen abajo estan unos huevos que se fecundaron normalmente en cada camada naces al rededor de 45 tiburoncitos.


desde de aqui le damos las gracias por habernos permitido tomas fotos y grabar en audio su descipcion. los sabado en programa de Cosa de niños que transmitimos en Radio Cideral lo escucharemos de las 8 a 10 a.m. tiempo del pacifico....Angel Cid
COSAS-DE-NINOS CUMPLIO 3 AÑOS EN INTERNET
GRACIAS A TODOS USTEDES POR SEGUIR APOYANDO Y AHORA QUE TENEMOS NUESTRA PROPIA RADIO .
LOS INVITAMOS A VISITARNOS
www.radiocideral.com
SUS ADMINISTRADORES...
ANGEL CID
NATTY CHULA
ALTY BERRIOS

domingo, 1 de febrero de 2009
LA SIRENITA

La Sirenita
Había una vez... en el fondo del más azul de los océanos, un maravilloso palacio en el cual habitaba el Rey del Mar, un viejo y sabio tritón que tenía una abundante barba blanca. Vivía en esta espléndida mansión de coral multicolor y de conchas preciosas, junto a sus hijas, cinco bellísimas sirenas.
Sirenita, la más joven, además de ser la más bella, poseía una voz maravillosa; cuando cantaba acompañándose con el arpa, los peces acudían de todas partes para escucharla, las conchas se abrían, mostrando sus perlas, y las medusa al oírla dejaban de flotar. La pequeña sirena casi siempre estaba cantando, y cada vez que lo hacía levantaba la vista buscando la débil luz del sol, que a duras penas se filtraba a través de las aguas profundas. "¡Oh!, ¡Cuánto me gustaría salir a la superficie para ver por fin el cielo que todos dicen que es tan bonito, y escuchar la voz de los hombres y oler el perfume de las flores!" "Todavía eres demasiado joven". Respondió la madre. "Dentro de unos años, cuando tengas quince, el rey te dará permiso para salir a la superficie, como a tus hermanas".
Sirenita soñaba con el mundo de los hombres, el cual conocía a través de los relatos de sus hermanas, a quienes interrogaba durante horas para satisfacer su inagotable curiosidad cada vez que volvían de la superficie. En este tiempo, mientras esperaba salir a la superficie para conocer el universo ignorado, se ocupaba de su maravilloso jardín ornado con flores marítimas. Los caballitos de mar le hacían compañía y los delfines se le acercaban para jugar con ella; únicamente las estrellas de mar, quisquillosas, no respondían a su llamada. Por fin llegó el cumpleaños tan esperado y, durante toda la noche precedente, no consiguió dormir. A la mañana siguiente el padre la llamó y, al acariciarle sus largos y rubios cabellos, vio esculpida en su hombro una hermosísima flor. "¡Bien, ya puedes salir a respirar el aire y ver el cielo! ¡Pero recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo! Somos hijos del mar y no tenemos alma como los hombres, Sé prudente y no te acerques a ellos. ¡Sólo te traerían desgracias!" Apenas su padre terminó de hablar, Sirenita le di un beso y se dirigió hacia la superficie, deslizándose ligera. Se sentía tan veloz que ni siquiera los peces conseguían alcanzarla.
De repente emergió del agua. ¡Qué fascinante! Veía por primera vez el cielo azul y las primeras estrellas centelleantes al anochecer . El sol, que ya se había puesto en el horizonte, había dejado sobre las olas un reflejo dorado que se diluía lentamente. Las gaviotas revoloteaban por encima de Sirenita y dejaban oir sus alegres graznidos de bienvenida. "¡Qué hermoso es todo!" exclamó feliz, dando palmadas. Pero su asombro y admiración aumentaron todavía: una nave se acercaba despacio al escollo donde estaba Sirenita. Los marinos echaron el ancla, y la nave, así amarrada, se balanceó sobre la superficie del mar en calma. Sirenita escuchaba sus voces y comentarios. "¡Cómo me gustaría hablar con ellos!". Pensó. Pero al decirlo, miró su larga cola cimbreante, que tenía en lugar de piernas, y se sintió acongojada: "¡Jamás seré como ellos!". A bordo parecía que todos estuviesen poseídos por una extraña animación y, al cabo de poco, la noche se llenó de vítores: "¡Viva nuestro capitán! ¡Vivan sus veinte años!". La pequeña sirena, atónita y extasiada, había descubierto mientras tanto al joven al que iba dirigido todo aquel alborozo.
Alto, moreno, de porte real, sonreía feliz. sirenita no podía dejar de mirarlo y una extraña sensación de alegría y sufrimiento al mismo tiempo, que nunca había sentido con anterioridad, le oprimió el corazón. La fiesta seguía a bordo, pero el mar se encrespaba cada vez más. Sirenita se dio cuenta enseguida del peligro que corrían aquellos hombres: un viento helado y repentino agitó las olas, el cielo entintado de negro se desgarró con relámpagos amenazantes y una terrible borrasca sorprendió a la nave desprevenida. "¡Cuidado! ¡El mar...!" En vano Sirenita gritó y gritó. Pero sus gritos, silenciados por el rumor del viento, no fueron oídos, y las olas, cada vez más altas, sacudieron con fuerza la nave. Después, bajo los gritos desesperados de los marineros, la arboladura y las velas se abatieron sobre cubierta, y con un siniestro fragor el barco se hundió.
Sirenita, que momentos antes había visto cómo el joven capitán caía al mar, se puso a nadar para socorrerlo. Lo buscó inútilmente durante mucho rato entre las olas gigantescas. Había casi renunciado, cuando de improviso, milagrosamente, lo vio sobre la cresta blanca de una ola cercana y, de golpe lo tuvo en sus brazos. El joven estaba inconsciente, mientras Sirenita, nadando con todas sus fuerzas, lo sostenía para rescatarlo de una muerte segura. Lo sostuvo hasta que la tempestad amainó. Al alba, que despuntaba sobre un mar todavía lívido, Sirenita se sintió feliz al acercarse a tierra y poder depositar el cuerpo del joven sobre la arena de la playa. Al no poder andar, permaneció mucho tiempo a su lado con la cola lamiendo el agua, frotando las manos del joven y dándole calor con su cuerpo. Hasta que un murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a buscar refugio en el mar. "¡Corred! ¡Corred!" gritaba una dama de forma atolondrada. "¡Hay un hombre en la playa!" "¡Está vivo! ¡Pobrecito! ¡Ha sido la tormenta...! ¡ Llevémosle al castillo!" "¡No!¡No! Es mejor pedir ayuda..."
La primera cosa que vio el joven al recobrar el conocimiento, fue el hermoso semblante de la más joven de las tres damas. "¡Gracias por haberme salvado!" Le susurró a la bella desconocida. Sirenita, desde el agua, vio que el hombre al que había salvado se dirigía hacia el castillo, ignorante de que fuese ella y no la otra, quién lo había salvado. Pausadamente nadó hacia el mar abierto; sabía que, en aquella playa, detrás suyo, había dejado algo de lo que nunca hubiera querido separarse. ¡Oh! ¡Qué maravillosas habían sido las horas transcurridas durante la tormenta teniendo al joven entre sus brazos! Cuando llegó a la mansión paterna, Sirenita empezó su relato, pero de pronto sintió un nudo en su garganta y, echándose a llorar, se refugió en su habitación.
Días y más días permaneció encerrada sin querer ver a nadie, rehusando incluso hasta los alimentos. Sabía que su amor por el joven capitán era un amor sin esperanza, porque ella, Sirenita, nunca podría casarse con un hombre. Sólo la Hechicera de los Abismos podía socorrerla.
Pero, ¿a qué precio? A pesar de todo decidió consultarla. "¡...por consiguiente, quieres deshacerte de tu cola de pez! Y supongo que querrás dos piernas. ¡De acuerdo! Pero deberás sufrir atrozmente y, cada vez que pongas los pies en el suelo sentirás un terrible dolor." "¡No me importa" respondió Sirenita con lágrimas en los ojos, "a condición de que pueda volver con él!" "¡No he terminado todavía!" dijo la vieja." Deberás darme tu hermosa voz y te quedarás muda para siempre! Pero recuerda: si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo desaparecerá en el agua como la espuma de una ola. "¡Acepto!" dijo por último Sirenita y, sin dudar un instante, le pidió el frasco que contenía la poción prodigiosa. Se dirigió a la playa y, en las proximidades de su mansión, emergió a la superficie; se arrastró a duras penas por la orilla y se bebió la pócima de la hechicera. Inmediatamente, un fuerte dolor le hizo perder el conocimiento y cuando volvió en sí, vio a su lado, como entre brumas, aquel semblante tan querido sonriéndole. El príncipe allí la encontró y, recordando que también él fue un náufrago, cubrió tiernamente con su capa aquel cuerpo que el mar había traído. "No temas" le dijo de repente,"estás a salvo. ¿De dónde vienes?" Pero Sirenita, a la que la bruja dejó muda, no pudo responderle. "Te llevaré al castillo y te curaré."
Durante los días siguientes, para Sirenita empezó una nueva vida: llevaba maravillosos vestidos y acompañaba al príncipe en sus paseos. Una noche fue invitada al baile que daba la corte, pero tal y como había predicho la bruja, cada paso, cada movimiento de las piernas le producía atroces dolores como premio de poder vivir junto a su amado. Aunque no pudiese responder con palabras a las atenciones del príncipe, éste le tenía afecto y la colmaba de gentilezas. Sin embargo, el joven tenía en su corazón a la desconocida dama que había visto cuando fue rescatado después del naufragio. Desde entonces no la había visto más porque, después de ser salvado, la desconocida dama tuvo que partir de inmediato a su país. Cuando estaba con Sirenita, el príncipe le profesaba a ésta un sincero afecto, pero no desaparecía la otra de su pensamiento. Y la pequeña sirena, que se daba cuenta de que no era ella la predilecta del joven, sufría aún más. Por las noches, Sirenita dejaba a escondidas el castillo para ir a llorar junto a la playa.
Pero el destino le reservaba otra sorpresa. Un día, desde lo alto del torreón del castillo, fue avistada una gran nave que se acercaba al puerto, y el príncipe decidió ir a recibirla acompañado de Sirenita. La desconocida que el príncipe llevaba en el corazón bajó del barco y, al verla, el joven corrió feliz a su encuentro. Sirenita, petrificada, sintió un agudo dolor en el corazón. En aquel momento supo que perdería a su príncipe para siempre. La desconocida dama fue pedida en matrimonio por el príncipe enamorado, y la dama lo aceptó con agrado, puesto que ella también estaba enamorada. Al cabo de unos días de celebrarse la boda, los esposos fueron invitados a hacer un viaje por mar en la gran nave que estaba amarrada todavía en el puerto. Sirenita también subió a bordo con ellos, y el viaje dio comienzo. Al caer la noche, Sirenita, angustiada por haber perdido para siempre a su amado, subió a cubierta.
Recordando la profecía de la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparecer en el mar. Procedente del mar, escuchó la llamada de sus hermanas: "¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas! ¡Mira! ¿Ves este puñal? Es un puñal mágico que hemos obtenido de la bruja a cambio de nuestros cabellos. ¡Tómalo y, antes de que amanezca, mata al príncipe! Si lo haces, podrás volver a ser una sirenita como antes y olvidarás todas tus penas." Como en un sueño, Sirenita, sujetando el puñal, se dirigió hacia el camarote de los esposos. Mas cuando vio el semblante del príncipe durmiendo, le dio un beso furtivo y subió de nuevo a cubierta. Cuando ya amanecía, arrojó el arma al mar, dirigió una última mirada al mundo que dejaba y se lanzó entre las olas, dispuesta a desaparecer y volverse espuma. Cuando el sol despuntaba en el horizonte, lanzó un rayo amarillento sobre el mar y, Sirenita, desde las aguas heladas, se volvió para ver la luz por última vez. Pero de improviso, como por encanto, una fuerza misteriosa la arrancó del agua y la transportó hacia lo más alto del cielo. Las nubes se teñían de rosa y el mar rugía con la primera brisa de la mañana, cuando la pequeña sirena oyó cuchichear en medio de un sonido de campanillas: "¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Ven con nosotras!" "¿Quienes sois?" murmuró la muchacha, dándose cuenta de que había recobrado la voz "¿Dónde estáis?" "Estas con nosotras en el cielo. Somos las hadas del viento. No tenemos alma como los hombres, pero es nuestro deber ayudar a quienes hayan demostrado buena voluntad hacia ellos." Sirenita , conmovida, miró hacia abajo, hacia el mar en el que navegaba el barco del príncipe, y notó que los ojos se le llenaban de lágrimas, mientras las hadas le susurraban: "¡Fíjate! Las flores de la tierra esperan que nuestras lágrimas se transformen en rocío de la mañana. ¡Ven con nosotras!
FIN
LOS REGALOS DEL REY

Segun cuenta los mas viejos habitantes de un pueblo en la India, que habia un Rey llamado KALIL que su pasion era coleccionar elefantes de todos tamaños, de colores, de diferentes paises y con diferentes atributos. El Rey tenia Elefantes Gordos, Flacos, Altos y Chaparros, asi como de color rosa, amarillo, azul en fin de varios colores, otros erean juguetones, bromistas, enojones y otros sensibles unos todo el dia cantaban y decian poemas, habia unos que tenian mal olor y se ponian perfume todo el dia. El dia de su cumpleaños sus subditos acostumbraban regalarle un elefante, siempre buscaban el mas raro o especial que pudieran encontrar, el rey se daba su tiempo para contemplarlos y se decia a si mismo, ya tengo muchos repetidos, exepto alguno que se creyera jirafa o cantara el himno de su pais, al subdito que le daba el regalo mas original, le tenia preferencia durante un año por ser diferente, le preguntaba a mañana, tarde y noche como estaba de salud y si habia comido bien. Cada vez eran menos los subditos que consentia, pues ya no habia quien le llevara un elefante distinto. Sus elefantes ocupaban cada vez mas espacio y tuvo que hacer otro palacio mas grande que el suyo para alojarlo,pero ni asi cabian,de modo que los encimaba uno arriba del otro por tamaños, como en el circo. Un dia el Rey decidio que tenia todos los elefantes de cada tipo habidos y por haber que no recibiria uno mas y estaba tan contento y sorprendido que olvido comunicarselo a sus subditos.
Pasaron los meses y llego el dia de su cumpleaños numero 50, le levanto muy temprano, sus ayudantes le pusieron su manto de seda y su turbante, le cantaron las mañanitas mientras desayunaba y luego lo sentaron en su trono de piedras preciosas para recibir a sus invitados.
Al ver a sus subditos llegar con elefantes rosas, grises, morados, amarillos, grandes y pequeños exclamo el Rey kalil !!!"que barbaro, ya los tengo todos"!!!, pero como era un Rey amable, les decia con cortesia, Señor Marquez o Señor Labrador gracias pero no me cabe ni un elefante mas en el palacio y bueno los invitados se regresan a su casa con el pastel dulces y el elefante que llevaban de regalo.
Sin embargo el ultimo subdito de la fila le ofrecio un elefante de color blanco tan pequeño que cabia en la palma de la mano, con gran alegria lo acepto y lo fue a dejar al castilo, el pequeño solo subio por todos los elefantes como si fuera una escalera y al llegar arriba sonrio con gran alegria y orgullo por ser tan pequeño, todos los elefantes y el Rey lo consintieron por muchos años...colorin colorado que este cuento ha terminado ha y no olvide...
MORALEJA: Siempre encontraremos algo diferente y original si nos lo proponemos con imaginacion y entusiasmo.....
LEYENDA MAYA EL RESCATE DE LA SEMILLA DEL MAIZ

Leyendas mayas: El rescate de la semilla de maiz
Hace mucho tiempo, un día, Chaac, o sea el dios de la lluvia, vió que la tierra del campo ya no era muy fértil y decidió arreglar ese problema.
Entonces, pensó quemar el campo para después sembrarlo nuevamente con todas las semillas de los árboles y las plantas que habían.
Llamó a todos los pájaros para que lo ayuden en este trabajo y les dijo: Vayan y que cada uno de ustedes rescate la semilla que más les agrade, quiero que la conserven para que la sembremos otra vez, ya que se haya apagado el fuego. Ustedes tienen la tarea de salvar las semillas, hagan bien este trabajo pues de ello depende la existencia de la Tierra.
Entonces todos los pájaros se fueron a rescatar las semillas de los campos que ya estaban incendiados, pero el pájaro Toh, o reloj, que vive en las cuevas o cerca de los cenotes, era muy flojo y cuando llegó dijo:
Voy a dormir un rato y luego agarro la semilla. Se acostó y puso su cola atravesada en el camino, para que cuando los demás pájaros pasaran, se la pisaran y se despertara, pero se durmió mucho tiempo y no sintió cuando pasaron. Cuando despertó, el fuego ya casi se había apagado y la parte de su cola que estaba en el camino quedó pelada, porque todos las pájaros pasaron sobre ella. Sin embargo, el Toh entró al campo donde hubo el incendio y agarró la única semilla que quedaba: la del tomate verde, por eso el Toh tiene los ojos verdes.
Pero hubo muchos pájaros que entraron a los campos cuando las llamas estaban muy grandes y arriesgando su vida, salvaron distintas semillas. Uno de esos pájaros fue el Dziú, quizá el más valiente, pues él entró cuando el incendio estaba muy fuerte, y salvó la semilla más valiosa: la del maíz.
El logró rescatar varios granos que cuidó mucho y después sirvieron para las nuevas siembras. Sin embargo, sus plumas se quemaron y se quedaron grises, sus ojos también se le enrojecieron por el humo, y ahora el pájaro Dziú, tiene las punta de sus alas del color de las cenizas.
Pero Chaac, decidió premiarlo y de acuerdo con los demás pájaros, le dieron el derecho para toda la vida, de depositar sus huevos en los nidos que quiera, sin necesidad de hacerlos, o sea, que podía usar los nidos de otros pájaros sin tomarse el trabajo de empollar sus huevos ni cuidar ni alimentar a sus hijitos, quedando todo eso a cargo de los otros pájaros.
Así fue como todos premiaron al pájaro Dziú, por haber salvado la semilla del maíz.